"Normalidad"
Nunca he escrito en este blog, pero lo tenía abierto desde hace tanto tiempo que me dije "hablemos de esto, total, no creo que tome demasiada relevancia" y aquí estoy. Antes escribí un blog, pero era para una clase, así que, no cuenta.
Antes que empiece a divagar, aclaro que a veces mis pensamientos suben demasiado y empiezo a escribir incoherencias (imagínense cuando hablo cara a cara), por ello, me disculpo por anticipado.
Tal vez llame la atención que escribiese normalidad entre comillas, pues, esta entrada tratará sobre los estándares de normalidad que no son normales. ¿Un poco confuso? Bueno, este tema también me parecía un poco confuso, pero luego de mirarlo desde otra perspectiva, quedó bastante claro.
¿A qué llamamos normalidad? A algunas acciones, costumbres, hábitos que vemos con regularidad y que, a nuestros ojos, se ven como "normales" ya que nuestros cercanos los hacen y una gran mayoría de personas que conocemos hace de la misma forma. Un ejemplo sería que aquí, donde vivo, no se suele lavar el arroz y es normal cocinarlo sin lavar, mientras que en otros lugares, si no lavas el arroz, ese arroz no se cocina ni se come, ¿se entiende?
Bueno, ¿por qué toco este tema? Estamos en tiempos de COVID-19 y la frase "nueva normalidad" está dándome ganas de tirarme de una azotea. ¿Cómo que nueva normalidad? Esto no es normal y no será algo a lo que nos acostumbremos en uno o dos años, quizás, recién en unos seis años más podríamos llamar a esto "normal", y aquí surgió también un tema para mí: ¿nuestra normalidad nos condiciona?
Aquí es donde les recuerdo que mencioné que divago mucho y que mis pensamientos pueden pasar de una papita en la Tierra, a un meteorito en Plutón.
Tuve una crianza... no sabría describirla a ciencia cierta: Mi madre me inculcó que los mayores se respetan, que nunca le alzara la voz a ella, que la violencia no era la solución, que debía evitar hablar de ciertas cosas porque "son cosas de la casa". Por otro lado, mi papá me empoderaba demasiado: sé honesta con todos y habla siempre que quieras hablar, si les molesta, es problema de ellos y tú no estás equivocada (con decir que me dejaba dar órdenes en su trabajo y sí hacían lo que decía, lo explico mejor) Viví mucho tiempo en contradicción, y de hecho, a día de hoy, soy una persona sin filtro a la que tienen que darle un codazo para que se calle algunas cosas (no soy el tipo de persona que presentarías a tus padres)
Otra cosa que condicionó un poco mi forma de ver el mundo: las princesas.
Ah, te aviso que no voy a andar criticando sobre feminismo ni nada, eso queda fuera de este tramo porque no quiero pensar tanto.
Las princesas, cuando eres pequeña (o pequeño, nunca se sabe) suele hacerte pensar en los príncipes azules, en los finales ideales y que en un futuro, tú tendrás ese mismo final feliz con tu propio príncipe y tu propio castillo y etc etc. Si bien todos tienen el derecho de pensar lo que les dé la gana, debemos aprender a "despertar" de ese sueño (no es una alusión a la gente "woke", esos tienen una forma de despertar medio distinta).
"Despertar" te permite disfrutar de las cosas con un punto de vista un poco más crítico, pero sin arruinarlo: Uno de mis libros favoritos es "Maravilloso Desastre" en el cual no voy a profundizar mucho por la simple y sencilla razón de que esta entrada no es sobre lecturas (puedo hacer una, pero no prometo que sea la mejor). Este libro presenta una relación muy tóxica (tómese como "tóxico" la presencia de una necesidad de controlar a la otra persona, coartando su libertad de tránsito, sus decisiones y no respetando ciertos límites) y sí, disfruto ese libro y la saga que salió de ello. SIN EMBARGO, no ando buscando tener una pareja que me controle, que me pregunte por mis claves, que me diga qué hacer y qué no. A eso le llamo "leer despierto" o simplemente, leer con sentido común.
NO voy a cancelar a la autora porque su libro trata de una pareja tóxica, NO cancelo series porque transmitan un pésimo mensaje, NO estoy en contra de quienes hacen inclusión, mas me molesta que algunos medios decidan que "inclusión = calidad", así no va la cosa. Puedes hacer un buen trabajo con la inclusión CON una buena trama, una buena inserción, etc. Sabemos bien que en tiempos como estos es imposible que no haya inclusión, y no estoy en contra de ello, estoy a favor de que se haga bien y de forma correcta.
Existe una serie de cánones que muchos observamos, imitamos, notamos y/o rechazamos. Está la Iglesia católica (a la cual pertenezco, pero no me representa como institución), los estándares sociales, las imposiciones que algunas personas tienen sobre nosotros, etc (siento que he escrito "etc" tantas veces...) y que seguirán existiendo, se quiera o no, porque este concepto tiende a la normalidad y no se escapa tan fácil de ello: antes era la moda de los "únicos y detergentes" y... esperen... me avisan por interno que aún existe ese canon... changos. Bueno, lo que sucedió con los "únicos y detergentes" es que ahora se llaman Wokes y son progresistas, lo cual no está del todo mal, pero tampoco del todo bien. Quiero decir, ¿en serio todo está mal en todo? Si las cosas fuesen justo como queremos todo el tiempo, ¿dónde queda la aventura y las ganas de ser mejor? ¿dónde queda el mejorar como individuo? Claro, considerando que muchas de estas personas de bien se forjan bajo las adversidades, pero cosas como estas... no lo sé.
Cuando surgió el lenguaje inclusivo no me gustó, a día de hoy no me gusta, pero es mi perspectiva: si un amigo me dijera que es trans, no le diría "elle" sino que simplemente le trataría como se identifica, sea "ella" o "él"; si mi amiga se declara no-binaria, me sería más difícil, pero le explicaría mis razones "sé que no te identificas como "ella", pero ¿podría seguir llamándote igual? Aún me es difícil" y con respeto, no imponiendo mis ideas sobre ella, ni ella sobre mí. No me es normal hablar en inclusivo.
Y bueno, aquí lo dejaré. Escribir tanto me ha dejado algo cansada, ¿será la liberación de lo que pienso? No lo creo, ¿será que anoche debí dormirme más temprano? Puede ser.
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