Trastorno mixto ansioso-depresivo.
Escribir esto me está ayudando un poco como terapia, así que, continuaré.
Mi nombre no interesa mucho, aunque quizás lo puedas leer en alguna parte de aquí. No recuerdo muy bien cómo es que esto funcionaba, han pasado años desde la última vez que había redactado de forma activa en un blog. Y cuando lo hice, era porque fue parte de mi evaluación de la clase de inglés.
El título suena un tanto interesante: trastorno mixto ansioso-depresivo. ¿No parece lindo? La verdad es que no, porque no es algo lindo.
Se me diagnosticó esto hace... desde fines de julio de este año. Tomé las riendas luego de haber intentado arreglarlo por mi cuenta por mucho tiempo, pero no lo logré. Mi pareja se vio involucrada, mi familia... en síntesis, todas mis relaciones interpersonales se vieron afectadas por mi casi nula concepción de la educación emocional y, por ende, mi casi inexistente inteligencia emocional.
Sinceramente, nunca se me enseñó a manejar mi conducta emocional. Mi madre me decía que tenía que ocultar mis sentimientos, mis emociones y mis pensamientos para que así no se utilizaran en mi contra, ¿y es que es sano decirle eso a una niña de siete años? No lo sé, ya tengo veintidós y no podría responder esto. Por otro lado, mi padre me decía que debía demostrar todo y que si a alguien le molestaba, era problema de esa persona, no mío. Se me desarrolló cierta contradicción a nivel psicológico, así que, decidí irme por el extremo: no llorar, no opinar, no hacer nada. Fueron años difíciles por otras razones, como lo fue el nacimiento del hijo de mi hermana: pasé de ser la niña de la casa a ser... bueno, de la forma en la que lo recuerdo, no me ponían atención y en ese entonces me hacían bullying en la escuela (el acoso de ese tipo en escuelas rurales era bastante peor que en la ciudad, luego lo supe). No les decía a mis padres que una niña me mordía hasta verme llorar, que me acorraló contra una pared e hizo que mi cabeza golpeara fuertemente la pared, o que intentó hacerme comer pegamento, o que colocó una escuadra en mi garganta... No, ellos no tenían tiempo para mí, ya que todo se le dedicó a mi sobrino que, recientemente, había sido dejado por mi hermana para que pudiese ir a trabajar a una ciudad a diez o trece horas de aquí.
¿Sueno rencorosa? Es triste, porque no muchos tomaron en cuenta la perspectiva que tuve de los hechos. Mi hermana a día de hoy me molesta porque actuaba igual que un cachorro, pero si supiera que lo hice para que me dieran cariño... No lo sé, creo que me llamaría exagerada y se burlaría con más ganas. A día de hoy no puedo evitar que se humedezcan mis ojos cuando pienso en la pequeña yo que quedó de lado con todo contenido en su interior. Ya cuando tuve ocho años y grité "desearía nunca haber nacido" debió ser una primera señal de problemas, pero mi madre me respondió con una bofetada y advirtiéndome de que no volviera a decir eso. Ahí supe que lo mejor era tapar todo lo que sintiera, no llorar, no hablar si no me lo pedían.
Un par de años después, mis padres se separaron: peleaban casi todos los días, mi papá pasaba semanas, incluso meses sin verme, mi mamá no decía mucho. Incluso una vez que volvía de la escuela, al bajarme del bus podía escuchar la discusión. Solo recuerdo suspirar, entrar a casa, mis papás se quedaron callados un momento, pero continuaron con la pelea cuando cerré la puerta de mi dormitorio. Dejé mi uniforme a un lado y me cambié para luego salir por la ventana y esconderme en la quebrada de los cerros que me quedaban cerca. Lloré un buen rato y, cuando volví, mi mamá me buscaba en la casa de mi abuela.
Mi madre y mi hermana siempre me han reclamado porque las he pintado como las villanas de la historia, pero no es así. Ambas han tenido expectativas que, para una niña, a veces resultan inalcanzables: "no puedes obtener menos que un 6.0" (la calificación más alta aquí es 7.0), "tu hermana no era así", "no hables así frente a la gente", "no puedes salir porque puede ser peligroso"... Con decir que una vez mi madre me dio un sermón por obtener un 5.7 lo digo todo. Si bien pude exagerar sin querer (aunque digan que lo hice adrede y ni me dejen defenderme por ser malinterpretada), no puede ocultar que me pidió demasiado... y aún así puedo considerarme "su más grande decepción". Seguro esto no lo recordará haber dicho, de la misma forma en que no recuerda que dijo que, entre mi hermana, mi hermano y yo, la única que valía la pena era mi hermana y que era de la única que estaba orgullosa. A día de hoy lo tengo grabado a fuego en mi mente, y dudo siquiera poder olvidarlo alguna vez.
Según la doctora que me diagnosticó mientras contaba algunas cosas de mi vida con una bonita sonrisa e intentando quitarle el peso que de verdad tenían para mí, con tal de no romper a llorar, me dijo lo que presentía: el haber declarado que no quería existir desde tan niña era un pequeño signo que debió preocupar, pero que no se tomó en consideración: "los niños a esa edad ni siquiera piensan en esas cosas, los niños a esa edad solo viven y sonríen y son felices" Tampoco me ayudó mencionar que dos de mis tíos acabaron con su vida por su propia mano, ni que mi padre fuera un consumidor activo de drogas...
Un poco de todo esto sumado a todo lo que me ha ocurrido en la universidad me ha hecho temerosa de mi bienestar y que haya llegado hasta el punto de llorar por necesitar asistencia psiquiátrica que, por temas de procesos, no pude tomar directamente, pero agradezco tener una doctora que intente entender qué es lo que me está sucediendo y por qué fue que surgió. ¿Qué desencadenó este temor? Que el día del cumpleaños de mi hermano, mi madre me gritara furiosa porque se quemaron los dulces que hice para él porque ni ella ni yo vigilamos el horno. Aquel día lloré mucho, mordí mis labios tan fuerte para controlarme que casi pensé que me los rompería, mi hermana intentó consolarme, pero solo pude dar un gran golpe a la pared para que, de esa forma, pudiera contener mejor el huracán que llevaba por dentro. Apenas pude controlar un poco mis emociones, contacté con la clínica universitaria para que me dieran asistencia.
Creo que se puede leer bien el por qué me diagnosticaron "trastorno mixto ansioso-depresivo", sin embargo, por curioso que parezca, nunca he atentado contra mi vida y tampoco me he vuelto adicta a algo. La doctora me recetó antidepresivos, incluso cuando le pedí encarecidamente que no me diese fármacos (lo de mi padre me tenía muy asustada), pero era necesario. No puedo decir que estoy bien, pero sí que me siento mucho mejor comparado con lo que sucedió en el cumpleaños de mi hermano.
Y creo que es todo por hoy. Escribir todo esto me ha hecho lloriquear un poco, pero es mejor que sea así. Necesito liberar un poco la presión que me ahoga y mejor así que intentando cortarme o algo parecido.
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